yo soy esta tormenta, astromostra

Sabemos que el amor no dura para siempre. Entonces ¿cómo es que parecía tan eterno? ¿Estuvo todo en nuestra cabeza? ¿Y qué nos queda después del derrumbe? ¿La bronca, la confusión, las estrellas en el cielo? Nos queda la poesía. Porque los poemas pueden ser también hechizos, rituales brujos, hogueras en las que quemamos los jirones de nuestros deseos. Un destello mágico que puede transformarnos en otra cosa: un planeta fuera de órbita, un viento huracanado, un gato agazapado que amenaza con atacar pero ronronea en secreto. «Si pudiera hacer un conjuro lanzaría una tormenta que rompa ventanas, puertas, ciudades y haría que en el mundo no existan más los enamorados».

Compartir: