viaje a armenia, osip mandelstal

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El acmeísmo, corriente estética a la cual adscribieron grandes poetas rusos como Ajmátova, Ivanov, Kuzmín y Gumiliov, se propuso como horizonte de búsqueda un tipo de superación formal asentada en las bases de un concretismo propio de la época que les tocó transcurrir: la transición de una Rusia tradicionalista a una Unión Soviética con hambre de vanguardia. Siguiendo a los suyos, pero sosteniendo un estilo erudito, algo culterano, Osip Mandelstam ensayó en Viaje a Armenia un acercamiento a la geografía del mentado país bajo la sensación de estar construyendo un nuevo lenguaje. De Seván a El Alaguioz, pasando por Ashtarak o Sujumi, se visualiza en todo momento aquello que bien recalca Shklovski y es justamente ese «estilo ornado» que Mandelstam emplea en sus singulares estampas. Pero es en el apartado Los franceses, aunque también en sus poemas que completan el libro, donde éste alcanza el pináculo de su ejercicio: en un rapto de emoción ecfrática convierte el arte en artificio, tejiendo así una red imaginaria que lo separa del mundo.

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