Una vida crítica, María Gainza


   
«La irrupción de María Gainza fue fulminante. Valga el oxímoron: una tromba, aunque discreta. No teníamos idea de dónde venía, ni adónde iba, pero marcaba una diferencia: una voz, un estilo singular y divertido, preciso, cargado de referencias que saltaban del cine a la literatura, de la televisión a la Historia universal, invariablemente atenta a (Nabokov dixit) “los divinos detalles”. No tardamos en darnos cuenta de que estaba inventando, y no sólo para el público del suplemento Radar de Página/12, un nuevo tipo de lector del género “Ensayo sobre artes visuales”.
Sus puntos de partida son exhibiciones, pero éstas se transforman de inmediato en algo más amplio: en un termómetro cultural. Es una de las lecciones –¿acaso involuntarias?– de este libro: todas las obras conviven en un mismo momento, en un mismo horizonte, formando un gran mosaico de estéticas que se potencian incluso molestándose o ignorándose.
Sin notas al pie, sin un pesado cúmulo de bibliografías que vengan a sostener un aparato crítico, agradecemos que aún existan quienes posean tal maestría en la elipsis».
Reseña de Rafael Cippolini

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