Qué felices que éramos, James Tate

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PEGGY EN EL CREPÚSCULO

Peggy se pasaba la mitad del día tratando de despertarse, y

la otra mitad preparándose para dormir. A eso de las cinco, se

preparaba un trago ridículo estilo años cuarenta

como un Grasshopper o un Brass Monkey, para ponerle

un toque de color a su derrota. Esta sombra de vida se convirtió

en la suya. Siempre resplandecía; es decir, tenía un aura

de inocencia, pero también de muerte.

La conocí hace casi treinta años en una fiesta.

Ya entonces era demasiado tarde para las mujeres trágicas, para

cualquier cosa trágica. Aún así, cuando se acurrucó y se quedó dormida

en un rincón, el amor se apoderó de mí.

Unos menudos ángeles aurinegros se posaron en sus hombros caídos

y se pusieron a cantarle el arrorró.

Fui a otra habitación y le pedí al dueño de casa una

frazada para Peggy.

“¿Peggy?”, me dijo. “Acá no hay ninguna Peggy”.

Y así empezó mi vida amorosa.

 

...

James Vincent Tate (Missouri, 1943 – Massachusetts, 2015) fue un poeta y ocasional narrador estadounidense, ganador del premio Pulitzer de Poesía en 1992 por sus Selected Poems y del National Book Award de 1995 por Worshipful Company of Fletchers. Hasta la presente edición, su obra permanecía inédita en español.

 

...

DIECISÉIS NOTAS PARA UN ESCAPE, prólogo de Luis Eduardo García

1.

Alguien se encoge en la cola del banco, una cosa peluda canta en un rincón, un fantasma les ladra a los aviones, una mujer se enamora de un gallo, un hombre con una pata de palo se escapa de la cárcel. Quizás lo más singular de los poemas de James Tate es que siempre conducen a lugares inesperados, inauditos. En ellos se despliega algo que, por momentos, se parece mucho a la realidad que conocemos, hasta que —tarde o temprano— se vuelve otra cosa. Entonces, al igual que sucede en los sueños o en los dibujos animados, todo puede suceder, por más disparatado que sea. La imaginación, sin collar ni correa, salta de un lado a otro sembrando extrañeza.

 

2.

James Tate vivió durante décadas en el número 16 de Jones Road, en Pelham, Massachussets. A solo una hora caminando se encuentra la casa en la que nació y murió Emily Dickinson. Hay un 95 por ciento de probabilidades de que los fantasmas de ambos platiquen por las noches usando un teléfono de lata.

 

 

3.

Algunas de los muebles de la casa de Tate estaban destinados a exhibir juguetes y miniaturas diversas. Por ejemplo, en dos repisas hermanas podían verse un muñeco de Michael Jackson, una salchicha Oscar Mayer sobre una patineta, una mujer lavando a mano, un zorro muy extraño y figurillas de Edgar Allan Poe, Mr. Peanut y Doctor Who. Los analistas criptográficos aún no logran encontrar el mensaje oculto.

 

4.

Un par de versos de la poeta Dara Wier, viuda de Tate:

Todo lo que crece en cualquier dirección

está yendo hacia ti.

 

5.

Las cosas insólitas que ocurren en los poemas de Tate pasan porque sí. No hay explicaciones, no hay misterios revelados. Son minas que permanecen activas.

 

6.

Uno de mis poemas favoritos de Tate es “La mujer de Wylon”. Solamente él pudo haber escrito un poema que, a pesar de orbitar alrededor de algo tan disparatado como el amor entre una mujer y un pollo, no termina siendo un chiste, sino una celebración de la extrañeza del amor y del mundo.

Como si, de la nada, un foquito chino se convirtiera en una estrella de dos centímetros.

 

7.

Una pata de palo es separada de su dueño. La ponen en un cajón con otros objetos (encendedores, cinturones, relojes, rosarios, pulseras, etc.). Todos los días piensa en él y se entristece. Descubre que, después de todo este tiempo, lo ama. Escucha que tal vez la dejarán reunirse con él en tres meses. No sucede. Escucha que, esta vez sí, la dejarán reunirse con él en seis meses. No sucede. Finalmente la sueltan. Está feliz; va a darle una gran sorpresa.

 

8.

Si existiera algo para medir la rareza en los poemas, un aparato que pudiera pasarse por encima de cada verso y emitiera un pitido en las zonas de mayor peculiaridad, muchos de estos picos no estarían ni en las atmósferas, ni en los personajes, ni en las historias que se despliegan en los textos de Tate, sino en sus diálogos. Es en los encuentros entre “hablantes” y “personajes” que su extravagancia alcanza sus puntos más altos. En “El más allá”, una persona que acaba de ver cómo un tipo cae de un árbol, corre hacia él y le pregunta si quiere una taza de té. En “Astucia”, una viejecita le enseña los dientes a su interlocutor y este le dice que son hermosos, a lo que la anciana responde que están recién hechos. Sería perfectamente imaginable, por ejemplo, un diálogo en el que alguien preguntara la hora y la respuesta fuera “así es la vida de los cefalópodos”. Como si cada voz habitara una burbuja distinta. Como si la comunicación estuviera siempre un poco rota.

 

9.

Un aspecto importante de la escritura de Tate es que su increíble fuerza narrativa nunca termina devorándolo todo, haciendo del texto una mera historia desconcertante ordenada en verso, sino que se convierte en una arteria del poema, en un elemento más a su servicio. Parece sencillo, pero no lo es.

 

10.

James Tate nació en Kansas City. Descubrió la escritura. Se mudó a Iowa City. Publicó libros. Se casó con Liselotte Jonsson. Se mudó a Pelham. Dio clases de escritura creativa. Ganó el Pulitzer. Se divorció de Liselotte Jonsson. Se casó con Dara Wier. Murió en Springfield.

 

11.

Su padre, Samuel Vincent Appleby, murió en 1944, mientras tomaba parte de un ataque aéreo sobre Alemania. El primer libro de Tate lleva por título El piloto perdido.

 

 

12.

La bandera que el ejército de los Estados Unidos envió por correo a Betty J. Appleby tras la muerte de su esposo puede comprarse en la página de Barnebys. El precio es de 750 dólares.

 

 

13.

Salvo por algunos poemas tempranos, Tate prefirió dejar lo biográfico fuera de su escritura. Poco de él puede adivinarse detrás de esos textos que hablan de personas y lugares —aparentemente— comunes que, de pronto, se abren a lo imposible. El hombre que desovilla esos asombrosos hilos narrativos camina borrando sus huellas.

 

14.

Los mejores textos de Tate mezclan un lirismo que puede rayar en lo trágico con el humor que proviene de lo absurdo. Ambas fuerzas, tragedia y humor, se despliegan haciendo contrapeso, evitando así tanto la solemnidad como lo meramente cómico.

En una conocida entrevista para The Paris Review, Tate le dijo a Charles Simic: “Amo mis poemas graciosos, pero prefiero romperte el corazón. Y si puedo hacer las dos cosas en el mismo poema, eso es lo mejor”.

 

15.

Que parezca que los poemas fueron escritos en español por Jaime Tate. Eso es lo que logró Ezequiel Zaidenwerg con sus traducciones. Un trasplante afortunado de música y de imaginación.

 

 

16.

Escribe Tate en “Como una mantarraya”:

Puedo nadar una pileta entera

sin respirar. Me gusta barrer el fondo

con los ojos abiertos, y a veces encuentro

cosas: una hebilla, monedas, un anillo, una cadena

de oro, astronautas de plástico, un peine, nada

demasiado extraordinario. Pero un día

 

mientras nadaba vi una perla, y después

otra y otra hasta tener las manos llenas

de perlas, perlas de verdad.

 

Ahora nuestras manos también están llenas de perlas.

 

Buenos Aires - 2024

Traducción de Ezequiel Zaidenwerg

Prólogo de Luis Eduardo García

104 p. ; 21 x 14 cm.

ISBN 9789878320168

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