PostPunk, Romper todo y empezar de nuevo. SIMON REYNOLDS

Si bien existen cientos de libros que documentan aquellos años en los que el punk desafió al status quo de la música con su nihilismo de tres acordes y la ética do it yourself, Postpunk. Romper todo y empezar de nuevo es el primero en recuperar a aquellas bandas que supieron ver en las condiciones generadas por el punk la oportunidad para establecer una verdadera ruptura con la tradición y experimentar por fuera de los estrechos parámetros del rock. Entregados a la tarea de profundizar la revolución iniciada por el punk, grupos como PiL, Joy Division, The Fall, The Slits, Devo, The Residents, Throbbing Gristle o Liquid Liquid exploraron territorios previamente desconocidos al incorporar las técnicas de producción del dub y la música disco, las radicales estrategias compositivas del krautrock, la música contemporánea y el free jazz, y el groove y la economía sonora del funk. Pero no solo de música se alimentó el postpunk: Cabaret Voltaire tomó prestado su nombre de Dada; Pere Ubu adoptó el suyo de Alfred Jarry; Gang of Four, inspirado por Brecht y Godard, trató de deconstruir el rock; los letristas absorbieron la ciencia ficción radical de J.G. Ballard, Philip K. Dick y William S. Burroughs; y bandas como The Pop Group o Contortions se inspiraron en el teatro de la crueldad de Artaud para romper las barreras entre el público y el escenario. Al purismo estridente del punk, el postpunk le opuso eclecticismo e hibridez. Y a su tradicionalismo rockero, un imperativo de cambio constante.

Escrito seis años antes que Retromanía, en este libro el crítico británico Simon Reynolds le rinde homenaje a una de las últimas vanguardias que dio el rock, “más que un género musical, un espacio de posibilidades que engendró incontables géneros y escenas”. Si bien aquellos años del postpunk que van de 1978 a 1984 vieron nacer a muchos grupos que luego gozaron de una enorme fama –como New Order, Depeche Mode, The Cure o U2– su historia no fue escrita por los vencedores: muchos de ellos grabaron discos innovadores pero nunca alcanzaron más que el estatus de grupos de culto, teniendo que conformarse con haber influenciado a megabandas como Red Hot Chilli Peppers, Nine Inch Nails o Radiohead o alimentar la retromanía actual de bandas neopostpunk como The Rapture, LCD Soundsystem, Franz Ferdinard o Interpol.

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