PARA SALIR DE LO POSTMODERNO, Henri Meschonnic

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Publicado en Francia en 2009, mientras su cuerpo ya se encontraba hospitalizado, apenas antes del final, este libro muestra de manera cabal lo que significaba para Henri Meschonnic pensar contra. La intempestividad propia del pensamiento, pensar es siempre contra la época, contra el aplauso de los contemporáneos, contra el poder, contra el sí a la vida. Ya que cuanto más la época dice sí a la vida, más se convierte en un peligro para la vida. 
El llamado es a reponer la función crítica en su radicalidad, es decir como develación de funcionamientos. La crítica es siempre una afirmación -primera e intempestiva- que conlleva una destrucción. Es como una cuña en el tiempo, que lo saca de su quicio. Y desarma las ideas dominantes.
En este caso la cuña se clava así: la modernidad no es algo que esté en el tiempo. Y esto ya opera como punta de lanza que nos sitúa fuera y contra los debates -académicos y a la moda- que coparon la escena durante más de 40 años, y que emplazaban lo moderno (y lo postmoderno) como dos épocas que se sucedían, que se re-emplazaban. Salir de lo postmoderno es entonces despejar este equívoco en el que se enredaba también a la modernidad. Contra Habermas, Lyotard, Jameson, o Touraine. Para Meschonnic la modernidad es una actividad propia de las obras (“el crearse por una obra”), proceso de subjetivación e historicidad, singularización, en cualquier tiempo. 
Demoliendo el cronologismo se busca desarmar la trampa de la totalidad, que aparece una primera vez como historicismo, luego como anti-historia, como cogito o post-verdad, como arte revolucionario o eclecticismo. En los dos supuestos polos manda la totalidad, su “punto de vista” (en todo y en nada) tiene como efecto vaciar de presencia el presente, y correlativamente convertir el pasado en un globo que ora se infla ora se pincha, vuelto lastre o mera conmemoración, con el fin de borrar su potencial de activación, su historicidad, su presente. 
Contra el cierre de la totalidad, Meschonnic nos convoca pues a pensar el sujeto del arte, del poema, de la ética y de la política, como historicidad abierta, subjetivación en proceso, obra por venir, sublime incumplimiento.

 

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