Las cartas del capitán, Hugo Soriani

No es en absoluto el relato de una tragedia, aunque las circunstancias sean trágicas. Es un libro increíblemente optimista y, por momentos, muy gracioso. Incluso a causa de las situaciones kafkianas de la vida en Argentina, incluso cuando uno está preso y casi incomunicado. Hay muchas cosas más, pequeños y enormes gestos, en este libro. Todo está impregnado de la tremenda resiliencia necesaria para pasar tantos años, los años de juventud además, en la cárcel, con los constantes traslados, el miedo a alguna decisión o sencillamente al malhumor de un guardia. Para quien nunca ha vivido una experiencia de encierro y aislamiento imaginar los olores, el no poder hacer ejercicio físico, la soledad, la falta de distracción, el miedo, todo es casi aproximarse a un vértigo de locura. Y me pregunto cuánto logró sostener el padre con sus cartas cuidadosas, no sólo al hijo sino a los compañeros, en Magdalena, en Rawson, en Devoto. Siempre fiel, siempre pensando que el hijo estaba equivocado, siempre seguro de que un error no merece la crueldad cuando hay amor.

Mariana Enríquez

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