las adaptaciones, flor codagnone

“En Las adaptaciones, de Flor Codagnone, lo que trasunta es un paisaje interior sujeto a mutaciones. El yo lírico circula por allí como en un museo, asistiendo, en ocasiones, como visitante despreocupado de lugares que han sido depredados. Ve y siente. Dramáticamente. Pero ha podido desprenderse del drama y observar-se desde allí con valentía y atrevimiento:
El bosque de mi infancia/ está quemado./ En la tierra/ pequeños lagos con patos negros/ piel de escama, pinos desnudos./ Los caballos sueltos pastan brasas.// Mi infancia se ha vuelto barro.
Las pérdidas son observadas. El cuerpo propio –el físico y el otro, el que escribe- es el mecanismo a través del cual esas pérdidas hablan. El cuerpo es hablado por otros, a su vez, interpelado por las vidas ajenas, por todo aquello que no-es-yo. Pero el cuerpo cambia y persiste, porque está vivo y gozante. Y por ende, también, por qué no, sufriente. Y porque persiste en el vivir, puede re-pensarse, mirarse en el dolor, trabajarse en los espejos de lo que fue, de lo que ha sido: La última vez en el deseo/ estuve sola, en silencio, encarnada,/ difícil, hecha palabra. Viva.”
(Elena Annibali)

Compartir: