laberinta, maru leone

Laberinta es casa embrujada, con sus espectros espiando desde los vidrios rotos de la garganta de su autora, que en embrujo de tinta se florece, se da vida en este plano al arrastrar el universo inexplorado que la habita y vestir lo espectral, que deviene poesía. La ausencia, desprovista de sus propios espectros, ahora esla cuna de la poesía. Es la casa que le escupe jardines al mundo a través de sus propios ventanales.

Aquí se atestigua la transfiguración de la nada, la edificación de lo posible a partir de alguna cosa pequeña que durmió demasiado tiempo en un rincón que siempre se pensó vacío. Es que hace falta comprender que el vacío siempre fue una invitación a exhalar los castillos que nos habitan. El refugio se pare a sí mismo: la poesía es la prueba de que siempre nos quedará algo cuando pensemos que lo hemos perdido todo.

Donde hay una ausencia, tarde o temprano habrá un poema. El poema es la ventana a través de la cual el mundo que fuimos vaciando, vuelve a llenarse. El poema es la parte más delgada de este reloj de arena que Maru Leone acaba de dar vuelta sobre las manos de los fantasmas que nos esperan ahí, donde nada queda.

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