LA SABIDURÍA DE LAS BESTIAS, Charles A. Strong

Charles Augustus Strong fue, junto a su amigo y corresponsal George Santayana, uno de los miembros más activos del llamado realismo crítico, corriente filosófica que asoló la vida universitaria norteamericana en las tres primeras décadas del siglo XX. En 1904, William James ponía sus investigaciones a la altura de las de Bergson, y les atribuía a ambos el mismo «instinto del cazador para los rastros fructíferos». Pero los trabajos de Strong sobre la relación entre el cuerpo y la mente, la esencia y el estatus ontológico del conocimiento, los problemas del espacio y el tiempo, no fueron generalmente bien acogidos. Se los acusó, ante todo, de falta de claridad y abuso de términos técnicos. La reacción inmediata de Strong es este libro de fábulas, escrito en 1921, donde se propone decir lo mismo que en sus libros «serios», pero con palabras que puedan entender aquellos que viajan en auto o en tren.
Como en las fábulas tradicionales, la mayor parte de los personajes son animalitos, hay algunos que otros hombres e incluso objetos, todas criaturas de Dios, a partir de los cuales Strong vuelve a pensar los problemas que desde siempre lo aquejaron, pero esta vez desde la visión que da a cada uno de esos seres el modo de vida en que se hallan envueltos y sus relaciones inherentes-esenciales-sensibles-históricas.
Un topo atomista, una cordera torpe e intelectual que leyó a «los alemanes», un trompo egocéntrico y relativista… Más allá de las referencias implícitas, aunque marcadas, a varias bestias filosóficas presentes en sordina, como James, Russell y Bergson, lo que interesa es que en el fabulario de Strong la filosofía vuelve a estar atravesada por los modos sensibles que impone la naturaleza en su propio despliegue, sobre todo en sus recorridos más libres (tal el vuelo y sobre todo el canto de los pájaros), antes de que el puro conocimiento cobre su propio vuelo y se pierda, ya sin la belleza de aquella melodía.

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