la marca en la pared y otros cuentos, virginia woolf

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Clorinda fue la primera en volver a su sano juicio. «Es todo nuestra culpa», dijo. «Cada una de nosotras sabe leer. Pero ninguna, excepto Poll, se ha tomado las molestias de hacerlo. Yo, por ejemplo, he dado por sentado que era el deber de la mujer pasar su juventud criando niños. Veneré a mi madre por criar diez y aún más a mi abuela por haber criado quince; era, lo confieso, mi propia ambición criar veinte. Hemos atravesado todas estas eras  pensando que los hombres eran igualmente industriosos, que sus trabajos eran igualmente meritorios. Mientras nosotras criábamos a los niños, supusimos que ellos daban a luz libros y cuadros. Nosotras hemos poblado al mundo, ellos lo han civilizado. Pero ahora que podemos leer, ¿qué nos impide juzgar los resultados? Antes que traigamos un sólo niño más al mundo, tenemos que jurar que primero vamos a descubrir cómo es el mundo.»

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