La infancia huyo de mi, Nika Turbina

Recibo a mis amigos en mi nueva casa, les muestro mis sufrimientos colgados en las paredes y les ofrezco los alegres destellos del sol. Los conservé en mis poemas.
Aprieto mi sombrero entre las manos. La muchedumbre se acerca. “Es Nika, la que alguna vez escribió poemas”, alguien ríe lanzando su cigarrillo al vacío.
La fama, si llega y es merecida, si la gente la reconoce, no desaparecerá. Quizás alguien se acuerde de mí, no importa que no sean más que 20 personas.

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