la hija que salió mala, vir del mar

En el prólogo de Camila Vázquez se puede leer: No puedo leer este poemario de otra forma: La hija que salió mala es para mí una novela rural, una novela de aprendizaje. Primero, porque aunque sus cortes de versos nos engañen, hay detrás —¿o es entre?— una novela que se cuenta. Una niña que crece asombrada ante el chispazo, la lucecita —¿o es la luz mala?—. Lo que cautiva a esta voz que leemos desde niña es el reverso de esa luz: la iridiscencia, como bien la sabe nombrar. No la luz boba, la luz de les iluminades, de los seres buenos y puros. Sino el borde difuso entre la luz y la sombra: el límite entre la ciudad y el campo; entre la inocencia y el erotismo; entre la ternura y el castigo. 

 

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