la edad de merecer, berta garcía faet

DAÑO Nº 18
Creer que estás embarazada
Querer sexo (querer que quieran sexo
contigo) pero pasar el viernes sola

Ponerte en el pellejo de la hermana de Celan
que nunca apareció

Ver llorar a un anciano
que ha visto un reportaje en la televisión pública
sobre el abandono de ancianos; su triste párpado
de repente
chasquea

Ir al ginecólogo y decir
creo que estoy embarazada

Desmayarte de nervios y dolor; el doctor te hipnotiza
con su insulto feroz: “no sé por qué, querida,
te duele tanto este dilatador: es
para vírgenes”

Decirle a tu madre
he ido al ginecólogo
porque creía que estaba embarazada

Ah, ¿ya mantenéis relaciones sexuales completas?
Y sin precauciones, estoy decepcionada

Ver que tu madre está decepcionada, tu
madre está
decepcionada

Ponerte en el pellejo de Celan
que jamás encontró a su hermana
imaginaria

Ponerte en el pellejo de Gisèle porque
Celan intentó estrangularla porque
jamás encontró a su hermana
imaginaria

Querer gustarle pero él te dice
si quieres vamos a mi cuarto o a tu cuarto

Lleváis apenas 10 minutos
con los besos no te fías
de él

Querer sexo pero no fiarse

Ah, ¿pero querías algo auténtico?
Y sin precauciones, estoy decepcionado

Me dijiste que tenías el corazón atado
al tobillo

Lo siento lo solté un momento me dormí
y se me escapó

Es un desobediente
Muy mal muy mal pídele perdón al chico

Perdón

chico

 

Berta García Faet

Nació en Valencia (España),  en 1988.  Autora  de  los  libros Los  salmos  fosforitos  (La  Bella  Varsovia,  2017),  La  edad  de  merecer (La  Bella  Varsovia,  2015 y 2017), y  otros  cuatro  poemarios,  reunidos  en  Corazón  tradicionalista:  Poesía  2008-2011  (La  Bella  Varsovia,  2017). 

La  edad  de  merecer ha  sido  traducido  al  inglés,  por  Kelsi  Vanada,  con  el  título  de  The  Eligible  Age  (Song  Bridge  Press,  2018)

 

Todo tanteo es tanteo a ciegas, por Pilar Torres.
Reseña sobre LA EDAD DE MERECER (La Bella Varsovia, 2015).

La edad de construir, de merecer, es una expresión que siempre parece algo del futuro cuando eres joven. Un momento que aún tiene que llegar, porque todavía las heridas dejan huellas blanquecinas en la piel. Ya se conocen los cuerpos desnudos, la contradicción teje con los hilos de las expectativas un tapiz decepcionante. Los recuerdos están calientes, manchan los días pero ya son habitantes del pasado.

“Crecer son dientes (que crecen)” dice Berta García Faet (1988). En La edad de merecer la intimidad es una experiencia que se recita bajito, como una oración capaz de resucitar los recuerdos. El sexo y sus miedos, el paso del tiempo y la música que se transforma en poesía son paradas de este recorrido por la madurez, un viaje lleno de tanta desesperación como la de Ingrid Bergmanintentando escapar de Strómboli.

Y, en la cima de todos estos miedos y errores que construyen los cuerpos, como la caldera del volcán, está el amor. La última parte del libro condensa las palabras de amor que se guardan para cuando todo ha acabado, una correspondencia que recupera el desnudo sentimental de las cartas románticas del XVIII y XIX. Aquí “toda educación sentimental es básicamente lingüística“, se ama al otro porque se puede recitar su lengua, se aceptan los nuevos papeles en un hogar nuevo. Poemas que desvelan la intimidad de cada tarde de recuerdos, que recuperan otros tiempos con una sinceridad limpia, cuando lo perfecto podría desbancar a lo imperfecto.

En la La edad de merecer los poemas son pájaros que emprenden un vuelo hecho de ligereza y aires de otros tiempos. Un libro capaz de llenar la lectura de una brisa fresca, donde los temas más clásicos se mezclan con una visión y un discurso propio de la poesía joven, pero esta vez sin que los rasgos impostados sean los que dirigen la escena. Un libro para disfrutar de la ardua tarea de crecer, que mancha de sangre y garabatos las estanterías de La Buena Vida.

Articulo publicado en https://labuenavidaweb.wordpress.com/2015/07/01/la-edad-de-merecer/

 

124 páginas, 21 x 14

 

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