italó, paulina cruzeño

Este libro construye una cartografía doble: la del espacio y la de los deseos. Ambos mapas van emergiendo del relato y la voz de Paulina, volviéndose reconocibles para quienes hayan vivido, al menos una vez, la laxitud y el desenfreno tibio del verano en un pueblo de llanura.  

Cierta tesitura en la velocidad de las cosas, en un empuje sensual que pareciera arrastrarse de un lugar a otro, de un cuerpo al otro, moviliza las escenas que se crean en los poemas, que constituyen, a su vez, un gran fresco.

Sobre el bastidor de la asfixia de la vida en común, la autora ilumina y oscurece a su antojo. Enrarece los personajes por la simple operación de la mirada (porque en un pueblo nada se esconde, solo se mira para otro lado). Paulina dirige así su kamishibai, vocablo japonés para “teatro de papel”, que puede llevarse en la mochila, como esas latas de cerveza en el paseo con Patri, o recobrar de un golpe el dorado de la luz solar y del futuro, viajando en la caja de una camioneta.

Eloísa Oliva

Compartir: