el templo del chivo expiatorio, alexander kluge

Lo que me conmueve de la música es algo que no puedo poner en palabras. Pero puedo decir con certeza que la parte de mí que es afectada por la música de la ópera no es la parte que se preocupa por el drama representado. Diferentes partes de mi alma dejan que la ópera, en toda su fantasiosa y absurda irrealidad, agite de tal manera la superficie de mis mares internos que un bote podría darse vuelta muy fácilmente. Me hacen llorar. Sé que lo que despierta en mí la chispa antirrealista, que suspende todas las leyes de la realidad, son siempre dos fenómenos irreconciliables: la historia y la música, ninguna es más importante que la otra.

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