el fulgor de las ovejas, rafael urretabizkaya
La propuesta queda en el aire. Y del aire agarra los últimos pe- lines de luz para quedar también en el suspenso mismo del aire. Es más, queda en el cuello de Poca Vida, en los ojos de Marcia, y en el aire.
Porque Poca Vida tuvo tantas preguntas que no tuvo ninguna. Porque Marcia tuvo un alivio que le dejó los ojos a deriva.
Porque el aire tuvo que sostener tanto momento.
"Solo el que ensaya lo absurdo es capaz de lograr lo impo- sible", dice Miguel de Unamuno. Quizás los protagonistas de esta novela no lo saben pero lo intuyen y, siguiendo la chispa visionaria de Marcia Sacayán, arquera y policía, deciden unir- se para llevar a cabo una misión: robar el banco de Las Ovejas. Pero como nada es lo que parece, no es exactamente el banco lo que van a robar y lo que podria considerarse a priori un acto criminal se vuelve gesta justiciera, del mismo modo en el que este policial criollo se vuelve, de a ratos, novela sentimental.
En la prosa de Rafael Urretabizkaya se cuela el viento patagónico con toda su potencia, pero la cadencia propia de su escritura lo transforma en brisa, capaz de anclarse en detalles que nadie más ve. Urretabizkaya construye de esa manera un relato fulgurante, en el que lo profundo se manifiesta con una sencillez que nos sorprende en cada frase y que nos permite corroborar, como dice Borges, que ningún destino es mejor que otro pero que debemos acatar el que llevamos dentro y que, en ocasiones, basta un solo acto para que sepamos, en definitiva, quiénes somos.
Laura Rossi
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