Dos pequeñas islas mirándose de frente, Tilsa Otta

Dos pequeñas islas mirándose fijamente me hace pensar en que la poesía, antes que cualquier otra cosa, debería ser una herramienta para amar el mundo. “Dejar de pedir, por fin dar”, dice la poeta en uno de sus fantásticos poemas que son cada uno un viaje breve y psicodélico hacia la lucidez . Si solo el 5 por ciento de lxs poetas del mundo vinieran de Marte (como Tilsa Otta), cuanto más evolucionada sería la poesía y cuánto más preparados estaríamos lxs humanos para enfrentar el futuro.

Cecilia Pavón

Los versos sencillos de Tilsa Otta son tan complejos que parecen inventar la naturaleza de la que brotan cuando brotan. Fixiones reparadoras a contrapelo del pesimismo de épica, fragmentación, multiplicidad, realidades paralelas que se rebelan en lo cotidiano. Un lenguaje osado y provocativo que saca chispas y chistes para llevarse al más allá. Porque para ir muy lejos, sea hacia el futuro o hacia el universo, sólo se necesitan algunas palabras.

Tálata Rodríguez

En Dos pequeñas islas mirándose fijamente, Tilsa toma la palabra, la tira como una piedra al mar. Ideas extrañas. Ladrido de perro sabio, un nombre es un llamado. Sucede el mundo, el tráfico visto desde una ventana de avión, todas las ficciones (las palabras habidas y por haber), no sirven. Aún junto al cuchillo, olvidamos, siempre olvidamos, desdibujamos los cuerpos, amamos, reímos esperando que vuelva internet.

La Piba Berreta

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