Dos objetos elegidos al azar, Milton López

Dejémosle el conflicto y la incomodidad a quienes prefieren escribir desde el pupitre estrecho de la escuela. Acá la vida se mueve amable en todas direcciones, y hasta las espinas de un cactus son celebradas: “Nuestros culos son tan bellos que podrían pincharse sin problemas”. ¿Y esto? ¿Cómo es posible? Mmmm, habrá que ver. Quizá se trate de desplazarse de cualquier centralidad y de reconocer la verdad de la pulga, o la manera humilde en que se mueve la luz. Lo doméstico es el tema único porque el mundo (yuyos, escombros, la lluvia sobre las chapas, flores de acacia, un fondo de pantalla, el Puente Canesa, FG, un Peugeot oxidado en medio de la calle) es un hogar. Ahí está la cama sin tender del paisaje serrano, con el vino de una botella chorreando en el piso. Antes se escribía para ser invisible; ahora un poco también. Pero se escribe además para reconocer, en la lengua, todo aquello que eriza la piel.

Sergio Raimondi

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