después del invierno, guadalupe nettel

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Claudio es cubano, vive en Nueva York y trabaja en una editorial. Cecilia es mexicana, vive en París y es estudiante. En el pasado de él hay recuerdos de La Habana y el dolor por la pérdida de su primera novia, y en su presente, la complicada relación con Ruth. En el pasado de ella hay una adolescencia difícil, y en su presente, la relación con Tom, un chico de salud delicada con quien comparte su afición por los cementerios. Será durante un viaje de Claudio a París cuando sus destinos se entrecrucen. Mientras Claudio y Cecilia describen con minuciosidad su día a día en París y Nueva York, ambos dejan traslucir sus neurosis, sus pasiones, sus fobias y las reminiscencias del pasado que dictan sus miedos, dando cuenta de cómo se conocieron y de las circunstancias que los llevaron a gustarse, a quererse y a detestarse de manera intermitente.

Después del invierno muestra con un estilo incisivo, a veces humorístico y a veces conmovedor, los mecanismos de las relaciones amorosas, así como sus diversos ingredientes. Con una banda sonora de fondo en la que suenan Nick Drake, Kind of Blue de Miles Davis, Keith Jarrett o Las horas de Philip Glass, la historia de amor entre Claudio y Cecilia forma parte de un relato mayor que abarca un periodo importante de sus existencias. Cada uno sigue su periplo trazando un mapa hecho de encuentros y ausencias, de búsquedas e incertidumbres, de anhelos y pesares; cada uno, obligado por sus circunstancias, desciende al abismo de sus derrotas anímicas en busca de las claves para relacionarse tanto con los otros como consigo mismo, y para construir, si es posible, su propio oasis de felicidad.

Guadalupe Nettel ha escrito una novela rotunda, de una ambición e intensidad poco usuales, que ahonda con maestría en su reconocible universo, el de los seres que habitan los márgenes, el extrañamiento, la anomalía. Con ella se consagra definitivamente como una de las voces imprescindibles de la actual narrativa latinoamericana.

«No, no la pierdan de vista porque la recurrente etiqueta de imprescindible nueva sensación de las letras hispanoamericanas desprende un aroma a comentario certero… Cuando asumes que todos los muertos los llevarás dentro de ti días, meses, uno quiere leer más de Guadalupe Nettel. Lo cual imagino que es de lo mejor que puede pasarle a un escritor y a un certamen literario… Nettel sabe lo que se lleva entre manos y coloca pétalos y espinas en cada rosa. Pasiones, fobias, miedos hacen que como bolas de billar unos personajes choquen contra otros. De un chispazo, aparecen el cariño, el deseo, la pasión, el tedio o un pertinaz detestarse… Todo ello desarrollado con mucho talento. Con páginas que respiran y personajes que se levantan del papel así como los fantasmas que hay en ellos (Vallejo o el Cortázar parisiense), pero todo retorcido, personal muy cercano a ese Planeta Nettel que solo conoce ella… Produce una inquietante y aterradora compañía leerla, casi como pasear un día de lluvia por un cementerio» (Carlos Zanón, El País).

«Sin morbosidad alguna, se va tejiendo una historia de accidentada sentimentalidad, que conlleva un emotivo suspense y una sabia combinación de dramáticas adversidades… Excelente novela» (Ángeles López, La Razón).

«Nettel ha dejado de ser uno de los secretos mejor guardados de la actual literatura mexicana para convertirse en una escritora que ha conseguido edificar un mundo absolutamente personal, cuya condición primera es la de obtener de lo inquietante, de lo que resulta extraño –diríase: de lo nebuloso– el susurro helado de un mundo imperfecto y doloroso, allí donde el fracaso y la muerte toman carta de navegación» (Ricardo Baixeras, El Periódico).

«El amor, la enfermedad, la muerte, los abandonos y los reencuentros nos acompañan a lo largo de una novela narrada con una apacibilidad que subraya –como lo hace el silencio– la intensidad de unos sentimientos que acaban por desbordarnos» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia).

«Nettel ha depositado su incisiva mirada en la mayor de las rarezas que rigen el mundo: las relaciones. Claudio, cubano, y Cecilia, mexicana, se conocen en París y surge una exploración plagada de gozos y sombras» (Antonio Lozano, S Moda).

«Sus novelas constituyen una épica del vivir, aceptando la desolación final de la derrota. Después del invierno es la culminación de esa épica, una melodía de la melancolía del vivir, cuyo emblema se reconoce en la cita de unas palabras del peruano Julio Ramón Ribeyro, una presencia visible en muchas páginas de la novela: “seres imperfectos viviendo en un mundo imperfecto, estamos condenados a encontrar sólo migajas de felicidad” … Intuyen el sentido de la vida en la poesía de Vallejo, en la trompeta de Kind of Blue, de Miles Davis o en el piano de Dark Intervals de Keith Jarrett, como migajas de una felicidad secretamente alcanzada» (Arturo García Ramos, ABC).

«Hay que anotar, sobre todo, la espontanea frescura de la prosa que se va leyendo, el buen contar descriptivo de las dos ciudades, Nueva York-París que son su escenario» (Santiago Aiznara, El Diario Vasco).

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