demoras en la general paz, rafael otegui

En medio del camino de la vida, yo me encontraba en una selva oscura, dice Dante Alighieri. En esa encrucijada parece estar parado el que pronuncia estos poemas. ¿Los piensa, los calla, los susurra imaginando que se los dice a alguien? Parado mirando algo girar dentro del microondas, perplejo, preguntándose de dónde viene y hacia dónde va, en una selva de autopistas, hoteles, aeropuertos, autos, departa mentos.

Rafael Otegui tiene la capacidad de observar el sentido pro fundo de los gestos que parecen casuales. Por ejemplo: un triángulo de bochas de pool que se debanda con el primer golpe es quizá un grupo de amigos que está a punto de dis persarse por el viento patagónico. En una suerte de canto ge neracional, Demoras en la General Paz narra ese éxodo. Las casas, las mudanzas, la familia cambiante, los sueños, el gran remolino vital de recuerdos y un presente de preguntas.

Hay algo profundamente argentino en este libro. La sensa ción de espacio, de separación, la planicie silenciada. Porque, aunque se narre la Capital y una ciudad de provin cia, se siente en medio esa ausencia gigante, la distancia que nos separa del pasado. Esa voz que, hace mil kilómetros, tuvo otra vida.

Con un tono coloquial y lírico a la vez, el pistolero triste, el joven veterano cansado de la fe, va buscando su rumbo y parece dejar, con gran acierto, que la palabra misma le vaya diciendo adónde ir.

Pedro Mairal

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