DEL CUBISMO AL ARTE INOBJETIVO Papeles inéditos compilados por Pierre Francastel, Robert Delaunay

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Robert Delaunay, pintor de oficio, quiso escribir un libro, nunca lo terminó: este es el libro que quiso escribir Robert Delaunay. 
Este silogismo que parece paradójico, retorcido, espirálico, surge no obstante como una evidencia al recorrer esta reunión de papeles realizada por Pierre Francastel. Estos papeles recobrados, hasta hoy inéditos en castellano, reflejan anotaciones de Delaunay sobre su obra, sobre las reflexiones de su amigo el poeta Apollinaire acerca del cubismo y su devenir, así como conversaciones con sus colegas y alumnos y hasta un proyecto para un museo de arte inobjetivo. 
Si como dice Souriau no hay obra de arte que no sea “obra por hacer”, dar con estos fragmentos de escritura no debe llevarnos al lamento por una presunta “falta” de unidad sino a constatar la búsqueda de un estilo de escritura por fragmentos, aforismos, por pinceladas y toques, donde tal vez el pintor que escribe sienta la necesidad, inconsciente, de hacer suceder algo de la pintura en la escritura. Una escritura empedrada.
La obra de Robert Delaunay (que va a dúo con la de Sonia, su esposa) expresa el punto más alto de una mutación central en las artes plásticas (cuyo devenir plástico analiza Jean-Clet Martin en el prólogo), hacia lo sintético, lo simultáneo, lo inobjetivo. Mutación que se expresa transversalmente en todos los campos en ese inicio de siglo XX, que tenía sus predecesores “en nuestro revolucionario Delacroix, del cual somos nietos”, y “en el obstinado Cézanne”. Mutación que lleva a la luz y al color a su lugar primordial, al lugar formal, que crea formas y ritmos.
Pero la búsqueda de los Delaunay, aunque inscrita en un linaje, será una ruptura radical con los antiguos medios de expresión (las viejas escuelas, pero también el cubismo, el futurismo, el neoimpresionismo, la abstracción geométrica), será la creación de nuevos medios. De allí el mote “inobjetivo” que busca desmarcar del río de la abstracción el afluente con más carga de porvenir: aquel impulsado por la luz y el color.

Robert Delaunay nació en París en 1885. Es uno de los pintores y teóricos más significativos para comprender el nacimiento del arte abstracto o no figurativo, “arte inobjetivo” en sus propias palabras, verdadera revolución del color y la luz que tuvo lugar a principios del siglo xx. Inició su trabajo como seguidor de Seurat y Cézanne y participó en los inicios del cubismo, que más luego abandonó. Compartió con su esposa, la pintora Sonia Delaunay Terk, las inquietudes por la investigación del color, el ritmo y el movimiento en la pintura, así como numerosos proyectos a dúo. Sus obras influenciaron a Kandinsky y Paul Klee, entre muchos otros artistas.

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