Croma. Derek Jarman

Durante años, las películas de Derek Jarman circularon entre pocos enterados, los miembros de una fiel comunidad de afines. Queer antes de que queer fuera un rótulo de moda, su militancia contra la avanzada thatcherista y en favor de los derechos de la diversidad sexual, hacían de su cine un plato difícil de digerir para el gran público pero también para la crítica, muchas veces inmersa en prejuicios homofóbicos. El medio del cine político –al que en verdad pertenecía– tampoco podía asimilar en ese momento su gusto erudito por la cultura clásica y mucho menos otros intereses “superficiales”, como la jardinería, el punk, el pop, el videoclip (en el que trabajó, entre otros, junto a los Sex Pistols, Marianne Faithfull, Bryan Ferry, The Smiths, los Pet Shop Boys, Throbbing Gristle) y, claro, el sexo.

En 1986, supo que había contraído VIH. Contra lo que prescribía la época, no se ocultó: se volvió una de las pocas caras visibles de la epidemia y la convirtió en un desafío estético. Filmó seis largometrajes, acaso los mejores de su carrera. Realizó el último de ellos, Blue (1993), cuando ya había perdido la visión del ojo derecho y padecía serias dificultades para controlar sus movimientos. En este momento, un año antes de su muerte, escribe Croma. Entre las páginas de este original y ecléctico tratado sobre el color, que presta atención al fenómeno tanto en la más humilde de sus manifestaciones materiales, la obtención de pigmentos, como en las condiciones históricas de sus usos y sus diversas funciones en la historia del arte y las ideas, Jarman se despide de la biblioteca, de su jardín, del pasado, del sexo, de sus amigos, de la vida y también de ese color que ya apenas puede entrever. En un singular camino de elegía furiosa, propone a su lector una intimidad intensa y lacerante.

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