Arendt, Hannah, Rahel Varnhagen. La vida de una mujer judía

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Rahel Levin Varnhagen, hija de un comerciante de piedras preciosas, tuvo una significativa influencia en el movimiento romántico alemán. Aunque no era rica, ni culta, ni bella, entre sus dones se contaban la inteligencia y la capacidad para vivir su vida sin protecciones, intensamente y como si fuera una obra de arte. Su modesta buhardilla de Berlín se convirtió en un punto de reunión de importantes intelectuales de la época. Casi sin ayuda de nadie, Rahel puso en marcha el culto de Goethe. Fenómeno de la historia judeogermana, fue una mujer cuya vida transcurrió durante un crucial período de asimilación, cuando, abiertas las puertas de gueto, los judíos alemanes consideraron imperativo escapar al judaísmo.

Hannah Arendt se propone contar la historia de la vida de Rahel como esta podría haberla contado, para revelar con ello la manera en que la asimilación intelectual y social actúa en el destino de una persona. Se dice que, en su lecho de muerte, Rahel pronunció estas palabras: “Lo que durante toda la vida me pareció la mayor vergüenza, lo que constituyó el pesar y el infortunio de mi vida –haber nacido judía–, no querría hoy por ninguna razón haberlo perdido”. Solo el hecho de haber seguido siendo tanto una judía como una paria, señala Hannah Arendt, “hizo que encontrara un lugar en la historia de la humanidad europea”.

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