Mi ángel tiene alas negras, Elliott Chaze

$22.000

Después de escapar de la cárcel, Tim Sunblade traba una relación con una prostituta llamada Virginia que perdura más de lo esperado, acaso porque ambos descubren en el otro ambiciones y codicias semejantes. Lo que hoy con ligereza llamaríamos “una química”, dominada en el fondo por un compulsivo “amor odio”. Tim planea el asalto a un camión de transporte de caudales y cree que ella es la pareja ideal para el intento. De modo que se instalan como un matrimonio convencional en un suburbio de Denver con el objeto de planificar mejor el robo. Pronto, cuando todas las reglas de juego parecen establecidas, Elliott Chaze empieza a romperlas, para crear una novela negra que cuenta una historia de amor inolvidable.
 
Admirada como joya del género, Mi ángel tiene alas negras es deslumbrante. Como el encanto que Virginia, el personaje femenino, prodiga en el narrador, el raro influjo que la lectura ejerce en nosotros impide abandonarla.
 
 
“Elliott Chaze fue un estilista exquisito, ingenioso, perspicaz, melancólico e irreverente, y un narrador de primera clase”.
BILL PRONZINI
 
“Mi ángel tiene alas negras es una novela asombrosamente bien escrita. Que gire en torno a un crimen es apenas un detalle”.
BARRY GIFFORD
 

Elliott Chaze nació en 1915 en Mamu, Louisiana. Incorporó su talento e imaginación prodigiosos a unas pocas novelas, mientras aportaba la huella de su experiencia laboral y bélica a otras. Cuando se refugia en la voz de Tim Sunblade, el narrador de Mi ángel tiene alas negras, el registro es uno de los más verosímiles y veraces del thriller. A las descripciones psicológicas, Chaze prefirió siempre el tableteo de acciones (así procede para definir la relación esquiva e inestable de los personajes en esta); a la truculencia, el efecto directo e imprevisto. No es raro que lo hayan comparado con Jim Thompson. Un escritor y editor especializado en policiales, Barry Gifford (del sello Black Lizard), lo persiguió para volver a publicar la novela cuya solapa el lector está leyendo. No llegaron a un acuerdo. Elliott Chaze confesó alguna vez que, en la medida en que lo podía discernir él, su estilo único es producto del egoísmo y de un miedo atroz a la matemática. Murió en 1990.

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