El otro de mi, Miguel Vitagliano

Compulsivamente el protagonista anota en sus cuadernos todo lo que hace, dice y le dicen; observa cuidadosamente los movimientos de los que lo rodean y los registra, lo ha hecho durante años: uno nunca sabe en qué momento puede necesitar alguna información, o si puede estar siendo perseguido. Por si acaso, mejor pasar inadvertido, despistar, no preguntar de más, no decir todo y mentir si es necesario, pero sin dejar de decir la verdad, la verdad siempre le debe contar lo que sabe a la mentira, ese es uno de los atributos de un buen espía.

Entre el dolor por la muerte de su esposa y la distancia que le impone una hija a la que le ocultó por largo tiempo las circunstancias en que murió su madre (en el atentado de la AMIA, de un síncope mientras caminaba por ahí, o de un golpe por la onda expansiva que alcanzó el departamento de su amante mientras se duchaba...), el protagonista de esta historia vive de sospechas, suposiciones y precauciones, porque un espía no deja cabos sueltos, tiene siempre todo calculado.

Con una maestría admirable, Miguel Vitagliano construye a partir de un narrador particularmente neurótico y desconcertante, una historia conmovedora e inquietante sobre la identidad y las versiones del dolor, la culpa y la desilusión.

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